Nothofagus antarctica (ñirre) y Empetrum rubrum (brecillo)

Bosque achaparrado de altura de Nothofagus antarctica (ñirre) con matorral bajo de Empetrum rubrum (brecillo).

Corresponde al límite altitudinal de vegetación arbórea, luego de la cual se da paso a la vegetación altoandina. En sitios planos de altura, menos afectados por los fuertes vientos, se desarrollan bosques erectos pero de poca altura, en tanto, el Krummholz corresponde a un tipo de desarrollo que se produce en condiciones muy extremas y que se manifiesta por troncos que crecen arrastrados sobre el suelo y desde los cuales emergen ramas, que en conjunto forman una maraña impenetrable (Donoso, 1998).

Esta formación se encuentra dominada por N. antarctica (ñirre), presentando una altura media del dosel entre 1 a 2 m., con un cubrimiento muy denso de hasta un 75 %.

La estrata arbustiva se caracteriza por la presencia de Empetrum rubrum (brecillo) como elemento principal, ocupando fundamentalmente los claros que presenta el bosque; con una altura que varia entre 25 y 50 cm., y un cubrimiento basal de aproximadamente un 30 %.

El componente herbáceo se compone de dos estratas de altura. Una compuesta por Marsippospermum grandiflorum (junquillo) de 30 cm., de altura y un 15 % de cubrimiento, y otro turboso extremadamente bajo que no supera los 5 cm., de altura y alcanza hasta un 50 % de cubrimiento, compuesto por el musgo Sphagnum magellanicum, y Gunnera magellanica (nalca chica), y por las plantas en cojín, principalmente Astelia pumila y Bolax caespitosa.

Otras especies frecuentes dentro de esta formación, son las herbáceas Senecio acanthifolius, Orthachne rariflora y Perezia magellanica, desarrollándose principalmente bajo el dosel arbóreo y entre medio del matorral de Empetrum rubrum. Además asociándose casi exclusivamente a los cojines de Bolax caespitosa se encuentran frecuentemente las especies Viola tridentata, Pernettya pumila, Lobelia oligophylla y Lycopodium alboffii, ya que las especies en cojín desarrolladas en condiciones de alta montaña modifican micro-climáticamente su entorno, generando microhábitats favorables para el establecimiento de otras especies, actuando como nodrizas (Badano et al, 2002).

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